ANÁLISIS DE APARTADO II, INTRODUCCIÓN, EDICIÓN B, CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA DE KANT
Crítica
de la Razón Pura
KRITIK DER REINEN VERNUNFT (KrV)
(A: 1781, B: 1787)
Immanuel Kant
INTRODUCCIÓN / Einleitung
[Texto
de la edición B (pp. B3- B6)]
II.
ESTAMOS
EN POSESIÓN DE DETERMINADOS [CIERTOS] CONOCIMIENTOS A
PRIORI, Y QUE INCLUSO EL ENTENDIMIENTO COMÚN NO CARECE DE ELLOS
II.
Wir
sind im Besitze gewisser Erkenntnisse a priori, und selbst der gemeine
Verstand ist niemals ohne solche
Análisis del título:
La
versión alemana tiene dos afirmaciones que apuntan a dos cuestiones metodológicas
fundamentales:
- En primer lugar, hay una afirmación
“de hecho” con carácter universal: “Estamos en posesión de ciertos
conocimientos a priori”. Es
decir, lo haya usted advertido a no, usted tiene un conocimiento a priori.
- En segundo lugar, Kant indica la
extensión de este poseer conocimientos a
priori: “Incluso el entendimiento común no carece de ellos”. Es decir,
la posesión del conocimiento a
priori alcanza hasta el más tácito y velado de los saberes: el sentido
común.
Como
lectores filosofantes debemos preguntarnos ¿Cómo ha de ser posible que incluso
el más vago conocimiento admita en sí algún tipo de conocimiento a priori? Recién hemos leído algunos
pasajes de Hume, a través de los cuales hemos podido discutir si acaso el
conocimiento a priori no es simplemente
una posición dogmática que no se hace cargo de la radical dificultad de la
validez del conocimiento empírico. Entonces, ¿cómo puede ser que ahora, con
Kant, el conocimiento a priori puede
llegar a concebirse como lo más cercano y común?
Por
otro lado, con la segunda de las afirmaciones debemos constatar la situación
hermenéutica que se plantea de paso. Nuestra situación natural ya tiene desde
sí el germen de su validez. Habrá que iniciar, de acuerdo a esto, una cierta
operatoria esclarecedora de cuáles conceptos y juicios, de todos los posibles,
son a priori y entre estos últimos
cuáles son puros.
Esto
que les indico aquí lo subrayo por la conocida discusión que se sostiene en el
ambiente heideggeriano. Los estudiosos de Heidegger (sobre todo los que
investigan el primer período de su obra (1918-1930)) discuten muy seguido las
relaciones intrínsecas del filósofo hermeneuta con Immanuel Kant. Si acaso la
hermenéutica de la facticidad heideggeriana guarda en sí una estructura a priori, o si sus estructuras carecen
de toda aprioricidad.
Ahora
bien, si nos situamos en el caso de que tales estructuras carezcan de toda
aprioricidad -indico modestamente yo por mi parte-, esto conllevaría al
problema de mantener el “misterio” del sentido íntimo de la indicación formal.
¿Qué es la indicación formal? La indicación formal es la función preponderante
de todas las estructuras existenciarias que propone Heidegger en el despliegue
de sentido del Dasein (Ser-Ahí), a
través de la cual Heidegger busca cumplir la finalidad implícita del sentido de
la “Filosofía”, distanciándola del peligroso concepto de “Teoría”.
Con
esto debemos subrayar que mantener en el misterio el sentido de la indicación
formal, refiere a que se hace oscuro reconocer su proveniencia formal, es
decir, su origen desde el cual ha devenido a la patencia de esta manera, y, por
otra parte, su telos o finalidad, esto es, el hacia lo cual tales indicaciones
estarían remitiendo la existencia del hombre y su adecuada acreditación ontológica
hermenéutica.
Por
este motivo, si se lee con cuidado Kant, y se observa el sentido de su
operatoria abstractiva desde la facticidad comprensiva natural, probablemente
los grandes resquemores en torno a advertir una aprioricidad en la obra
heideggeriana de Ser y Tiempo (1927)
pueden ser aligerados.
Hasta
aquí con esto, vamos con nuestra lectura.
Párrafo [1][1]:
[1] Se
trata de averiguar cuál es el criterio seguro para distinguir el conocimiento
puro del conocimiento empírico. La experiencia nos enseña que algo tiene éstas
u otras características, pero no que no pueda ser de otro modo. En
consecuencia, si se encuentra, en primer
lugar, una proposición que, al ser pensada, es simultáneamente necesaria,
tenemos un juicio a priori. Si,
además, no deriva de otra que no sea válida, como proposición necesaria,
entonces es una proposición absolutamente a
priori. En segundo lugar, la experiencia nunca otorga a sus juicios una
universalidad verdadera o estricta, son simplemente supuesta o comparativa
(inducción), de tal manera que debe decirse propiamente: de acuerdo con lo que
hasta ahora hemos observado, no se encuentra excepción alguna en esta o aquella
regla. Por consiguiente, si se piensa un juicio con estricta universalidad, es
decir, de modo que no admita ninguna posible excepción, no deriva de la
experiencia, sino que es válido absolutamente a priori. La universalidad empírica no es, pues, más que una
arbitraria extensión de la validez: se pasa desde la validez en la mayoría de
los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por ejemplo, en la
proposición “Todos los cuerpos son pesados”. Por el contrario, en un juicio que
posee esencialmente universalidad estricta ésta apunta a una especial fuente de
conocimiento, es decir, a una facultad de conocimiento a priori. Necesidad y universalidad estricta son, pues, criterios
seguros de un conocimiento a priori y
se hallan inseparablemente ligados entre sí. Pero, dado que en su aplicación
es, de vez en cuando, más fácil señalar la limitación empírica de los juicios
que su contingencia, o dado que a veces es más convincente mostrar la ilimitada
universalidad que atribuimos a un juicio que la necesidad del mismo, es
aconsejable servirse por separado de ambos criterios, cada uno de los cuales es
por sí solo infalible.
La primera afirmación es el título del
asunto que abordará Kant: “Se trata de averiguar cuál es el
criterio seguro para distinguir el conocimiento puro del conocimiento empírico”.
(i)
Ojo
con: “criterio seguro”. Nosotros estamos planteándonos la
discusión de las cuestiones de hecho y
las cuestiones de derecho. Y en tal contexto hemos de plantearnos un meta-asunto: cómo podemos distinguir
entre ellas y sus conocimientos correlativos posibles.
Constatación de las características
propias de un conocimiento empírico: “La experiencia nos enseña
que algo tiene éstas u otras características, pero no que no pueda ser de otro
modo”.
(i)
Ojo
con:
Aquí Kant es como si retomara el problema de la anticipación en Hume. Podemos
conocer que las cosas muestran ciertas características, pero tal conocimiento
queda abierto también a otras características, esto es, a otros modos posibles
de ser/parecer.
Aquí Kant comienza a mostrar
el tipo de abstracción ideante discriminatoria que realizará para encontrar
tales conceptos y juicios a priori: “En
consecuencia, si se encuentra, en primer
lugar, una proposición que, al ser pensada, es simultáneamente necesaria,
tenemos un juicio a priori”.
Segundo paso: “Si,
además, no deriva de otra que no sea válida, como proposición necesaria,
entonces es una proposición absolutamente a
priori”.
Kant retoma la característica del
conocimiento empírico: “En segundo lugar, la experiencia nunca
otorga a sus juicios una universalidad verdadera o estricta, sino simplemente
supuesta o comparativa (inducción), de tal manera que debe decirse propiamente:
de acuerdo con lo que hasta ahora hemos observado, no se encuentra excepción
alguna en esta o aquella regla”.
(i)
Ojo
con:
Dentro de las distinciones epistemológicas de Kant tenemos que el modo de la
validez del conocimiento empírico, que procede a partir de inducciones, es o
bien presuntiva o bien comparativa. En este sentido, si lo leyéramos como
respuesta a Hume, Kant le estaría diciendo que la descalificación de la
anticipación causal respecto del conocimiento empírico no es una postura
prudente, porque intenta llevar a la apodicticidad lo que no corresponde a una “donación
material evidente” –en términos husserlianos. En tal caso, que el conocimiento
empírico no sea infalible no significa que sea eminentemente absurdo.
Definición de universalidad kantiana: “Por
consiguiente, si se piensa un juicio con estricta universalidad, es decir, de
modo que no admita ninguna posible excepción, no deriva de la experiencia, sino
que es válido absolutamente a priori”.
Respecto de la pretensión de
universalidad empírica: “La universalidad empírica no es,
pues, más que una arbitraria extensión de la validez: se pasa desde la validez
en la mayoría de los casos a la validez en todos los casos, como ocurre, por
ejemplo, en la proposición ‘Todos los cuerpos son pesados’”.
Respecto de la universalidad estricta: “Por
el contrario, en un juicio que posee esencialmente universalidad estricta ésta
apunta a una especial fuente de conocimiento, es decir, a una facultad de
conocimiento a priori”.
Conceptos fundamentales de Kant “necesidad
y universalidad”: “Necesidad y universalidad estricta son,
pues, criterios seguros de un conocimiento a
priori y se hallan inseparablemente ligados entre sí. (…) es aconsejable servirse por separado de
ambos criterios, cada uno de los cuales es por sí solo infalible”.
[1] Es kommt hier auf ein Merkmal an, woran wir sicher ein reines
Erkenntniß von empirischen unterscheiden können. Erfahrung lehrt uns zwar, daß
etwas so oder so beschaffen sei, aber nicht, daß es nicht anders sein könne.
Findet sich also erstlich ein Satz, der zugleich mit seiner
Nothwendigkeit gedacht wird, so ist er ein Urtheil a priori; ist er
überdem auch von keinem abgeleitet, als der selbst wiederum als ein
nothwendiger Satz gültig ist, so ist er schlechterdings a priori. Zweitens: Erfahrung giebt niemals ihren
Urtheilen wahre oder strenge, sondern nur angenommene und comparative
Allgemeinheit (durch Induction), so daß gar eigentlich heißen muß: so viel wir
bisher wahrgenommen haben, findet sich von dieser oder jener Regel keine Ausnahme.
Wird also ein Urtheil in strenger Allgemeinheit gedacht, d.i. so, daß gar keine
Ausnahme als möglich verstattet wird, so ist es nicht von der Erfahrung
abgeleitet, sondern schlechterdings a
priori gültig. Die empirische Allgemeinheit ist also nur eine
willkürliche Steigerung der Gültigkeit von der, welche in den meisten Fällen,
zu der, die in allen gilt, wie z.B. in dem Satze: alle Körper sind schwer; wo
dagegen strenge Allgemeinheit zu einem Urtheile wesentlich gehört, da zeigt
diese auf einen besonderen Erkenntnißquell desselben, nämlich ein Vermögen des
Erkenntnisses a priori.
Nothwendigkeit und strenge Allgemeinheit sind also sichere Kennzeichen einer
Erkenntniß a priori und gehören
auch unzertrennlich zu einander. Weil es aber im Gebrauche derselben bisweilen
leichter ist, die empirische Beschränktheit derselben, als die Zufälligkeit in
den Urtheilen, oder es auch mannigmal einleuchtender ist, die unbeschränkte
Allgemeinheit, die wir einem Urtheile beilegen, als die Nothwendigkeit
desselben zu zeigen, so ist es rathsam, sich gedachter beider Kriterien, deren
jedes für sich unfehlbar ist, abgesondert zu bedienen.
Párrafo [2]:
[2] Es
fácil mostrar que existen realmente en el conocimiento humano semejantes
juicios necesarios y estrictamente universales, es decir, juicios puros a priori. Si queremos un ejemplo de las
ciencias, sólo necesitamos fijarnos en todas las proposiciones matemáticas. Si
queremos un ejemplo extraído del uso más ordinario del entendimiento, puede
servir la proposición “Todo cambio tiene una causa”. Efectivamente, en esta
última el concepto mismo de causa encierra con tal evidencia el concepto de
necesidad de conexión con un efecto y el de estricta universalidad de la regla,
que dicho concepto desaparecería totalmente si quisiéramos derivarlo, como hizo
Hume, de una repetida asociación entre lo que ocurre y lo que precede y de la
costumbre (es decir, de una necesidad meramente subjetiva), nacida de tal
asociación, de enlazar representaciones. Podríamos también, sin acudir a tales
ejemplos para demostrar que existen en nuestro conocimiento principios puros a priori, mostrar que éstos son
indispensables para que sea posible la experiencia misma y, consiguientemente,
exponerlos a priori. Pues ¿de dónde
sacaría la misma experiencia su certeza si todas las reglas conforme a las
cuales avanza fueran empíricas y, por tanto, contingentes? De ahí que
difícilmente podamos considerar tales reglas como primeros principios. A este
respecto nos podemos dar por satisfechos con haber establecido como un hecho el
uso puro de nuestra facultad de conocer y los criterios de este uso. Pero no
solamente encontramos un origen a priori
entre juicios, sino incluso entre algunos conceptos. Eliminemos gradualmente de
nuestro concepto empírico de cuerpo
todo lo que tal concepto tiene de empírico: el color, la dureza o blandura, el
peso, la misma impenetrabilidad. Queda siempre el espacio que dicho cuerpo
(desaparecido ahora totalmente) ocupaba. No podemos eliminar este espacio.
Igualmente, si en el concepto empírico de un objeto cualquiera, corpóreo o
incorpóreo, suprimimos todas las propiedades que nos enseña la experiencia, no
podemos, de todas formas, quitarle aquella mediante la cual pensamos dicho
objeto como sustancia o como inherente a una sustancia, aunque este
concepto sea más determinado que el de objeto en general. Debemos, pues,
confesar, convencidos por la necesidad con que el concepto de sustancia se nos
impone, que se asienta en nuestra facultad de conocer a priori.
Ejemplos de juicios puros a priori: “Si
queremos un ejemplo de las ciencias, sólo necesitamos fijarnos en todas las
proposiciones matemáticas”.
(i)
Ojo
con:
Para Hume esto equivaldría a las relaciones de ideas, las cuales no estarían
sumidas a la aporía de la anticipación empírica.
Ejemplo pseudo-empírico: “Si
queremos un ejemplo extraído del uso más ordinario del entendimiento, puede
servir la proposición ‘Todo cambio tiene una causa’.
(i)
Ojo
con:
Este ejemplo tiene una estructura universal: ‘Todo cambio tiene una causa’, es
decir, que la estructura lógica de causa
cuando menos es equivalente al cambio
y si no es género del cambio. Si lo
analizáramos al modo de árbol de Porfirio, diríamos que el cambio comprende
de suyo la estructura lógica de causa.
Análisis kantiano de la estructura lógica
de la causalidad, y la consideración humeana de causalidad: Efectivamente,
en esta última el concepto mismo de causa encierra con tal evidencia el
concepto de necesidad de conexión con un efecto y el de estricta universalidad
de la regla, que dicho concepto desaparecería totalmente si quisiéramos
derivarlo, como hizo Hume, de una repetida asociación entre lo que ocurre y lo
que precede y de la costumbre (es decir, de una necesidad meramente subjetiva),
nacida de tal asociación, de enlazar representaciones.
(i)
Ojo
con:
El análisis que hace Kant remite, como les vengo diciendo en sentido muy figurado,
al movimiento de las razones, al ‘magma’ lógico categorial que mueve de modo
fundado o no la estructura de los juicios.
(ii)
Ojo
con:
el contraste con Hume. Hume realiza una especulación a posteriori de
desacreditación según las resultantes objetivas de los juicios empíricos.
(iii)
Ojo
con:
Es decir, mientras Kant busca explorar la estructura lógica de validez de la
causalidad en sí, Hume se pregunta por esa validez desde fuera de la estructura
de causalidad.
(iv)
Ojo
con:
Nosotros como lectores filosofantes debiéramos preguntarnos por cuál es el
sentido de una u otra alternativa. ¿Qué se consigue con Kant? ¿Acaso Hume,
maquillemos como maquillemos la causalidad, siempre estará en lo cierto
respecto de los resultados anticipatorios del conocimiento? ¿Cuál es el
efectivo punto que aporta Kant a este respecto?
Necesidad de la estructura lógica de la
experiencia en términos de Kant: “Podríamos también, sin
acudir a tales ejemplos para demostrar que existen en nuestro conocimiento
principios puros a priori, mostrar
que éstos son indispensables para que sea posible la experiencia misma y,
consiguientemente, exponerlos a priori”.
Impugnación kantiana a Hume: “Pues
¿de dónde sacaría la misma experiencia su certeza si todas las reglas conforme
a las cuales avanza fueran empíricas y, por tanto, contingentes?”
(i)
Ojo
con:
Recordemos la crítica que expone Husserl en Investigaciones
Lógicas. Por ejemplo cuando pregunta: “¿Cómo es posible que los grupos de
semejanzas conserven su fija cohesión y no se disgreguen en el pensar?” (IL, Tomo I, p. 362).
Origen a priori también de conceptos: Pero no solamente
encontramos un origen a priori entre
juicios, sino incluso entre algunos conceptos.
Ejercicio abstractivo del espacio al
modo de ‘MCM’ (Mínimo Común Múltiplo): “Eliminemos gradualmente de
nuestro concepto empírico de cuerpo
todo lo que tal concepto tiene de empírico: el color, la dureza o blandura, el
peso, la misma impenetrabilidad. Queda siempre el espacio que dicho cuerpo
(desaparecido ahora totalmente) ocupaba. No podemos eliminar este espacio”.
Ejercicio abstractivo de sustancia al
modo de ‘MCM’ (Mínimo Común Múltiplo): “Igualmente, si en el
concepto empírico de un objeto cualquiera, corpóreo o incorpóreo, suprimimos
todas las propiedades que nos enseña la experiencia, no podemos, de todas
formas, quitarle aquella mediante la cual pensamos dicho objeto como sustancia o como inherente a una sustancia, aunque este concepto sea más
determinado que el de objeto en general. Debemos, pues, confesar, convencidos
por la necesidad con que el concepto de sustancia se nos impone, que se asienta
en nuestra facultad de conocer a priori”.
(i)
Ojo
con: Desde aquí podemos redescubrir la filosofía aristotélica
con Sustancia, accidente, forma, materia, categoría, principios, etc.
[2] Daß es nun dergleichen nothwendige und im strengsten Sinne allgemeine, mithin
reine Urtheile a priori im
menschlichen Erkenntniß wirklich gebe, ist leicht zu zeigen. Will man ein
Beispiel aus Wissenschaften, so darf man nur auf alle Sätze der Mathemathik
hinaussehen; will man ein solches aus dem gemeinsten Verstandesgebrauche, so
kann der Satz, daß alle Veränderung eine Ursache haben müsse, dazu dienen; ja
in dem letzteren enthält selbst der Begriff einer Ursache so offenbar den
Begriff einer Nothwendigkeit der Verknüpfung mit einer Wirkung und einer
strengen Allgemeinheit der Regel, daß er gänzlich verloren gehen würde, wenn
man ihn, wie Hume that, von einer öftern Beigesellung dessen, was geschieht,
mit dem, was vorhergeht, und einer daraus entspringenden Gewohnheit (mithin
bloß subjectiven Nothwendigkeit), Vorstellungen zu verknüpfen, ableiten wollte.
Auch könnte man, ohne dergleichen Beispiele zum Beweise der Wirklichkeit reiner
Grundsätze a priori in unserem
Erkenntnisse zu bedürfen, dieser ihre Unentbehrlichkeit zur Möglichkeit der
Erfahrung selbst, mithin a priori darthun.
Denn wo wollte selbst Erfahrung ihre Gewißheit hernehmen, wenn alle Regeln,
nach denen sie fortgeht, immer wieder empirisch, mithin zufällig wären; daher
man diese schwerlich für erste Grundsätze gelten lassen kann. Allein hier
können wir uns damit begnügen, den reinen Gebrauch unseres Erkenntnißvermögens
als Thatsache sammt den Kennzeichen desselben dargelegt zu haben. Aber nicht
bloß in Urtheilen, sondern selbst in Begriffen zeigt sich ein Ursprung einiger
derselben a priori. Lasset von
eurem Erfahrungsbegriffe eines Körpers alles, was daran empirisch ist, nach und
nach weg, die Farbe, die Härte oder Weiche, die Schwere, selbst die
Undurchdringlichkeit, so bleibt doch der Raum übrig, den er (welcher nun ganz
verschwunden ist) einnahm, und den könnt ihr nicht weglassen. Eben so, wenn ihr
von eurem empirischen Begriffe eines jeden körperlichen oder nicht körperlichen
Objects alle Eigenschaften weglaßt, die euch die Erfahrung lehrt: so könnt ihr
ihm doch nicht diejenige nehmen, dadurch ihr es als Substanz oder einer
Substanz anhängend denkt (obgleich dieser Begriff mehr Bestimmung enthält, als
der eines Objects überhaupt). Ihr müßt also, überführt durch die
Nothwendigkeit, womit sich dieser Begriff euch aufdringt, gestehen, daß er in
eurem Erkenntnißvermögen a priori seinen
Sitz habe.
Verónica Arís
[1] Vamos a seguir la
traducción de Pedro Ribas. En comentarios cotejaremos con la traducción de
Mario Caimi.
Comments
Post a Comment