PARA FINK 01
LECTURA DE LA SEXTA
MEDITACIÓN DE FINK
M. Verónica Arís Zlatar
Estimados alumnos,
Durante este año vamos a iniciar nuestra lectura a la Sexta Meditación Cartesiana de Eugen
Fink (grupo del día martes), quien es uno de los grandes colaboradores de
Husserl. Como se sabrá, esta obra es conocida principalmente por lo que muchos
han interpretado como un “aporte programático” en lo relativo a la Fenomenología del Método, o como
también se nombra: la Fenomenología de
la Fenomenología. ¿“Fenomenología de la fenomenología”? Sí. Y ¿a qué se
debe esto? ¿Acaso el método fenomenológico no queda resuelto con las diversas
reducciones fenomenológicas y las variaciones imaginarias? ¿Por qué la
fenomenología necesita un esclarecimiento de su propia desocultación en el cómo
de su aparecer?
Estas preguntas nos dirigen al espíritu fenomenológico
mismo, y con él a la práctica misma de la exploración eidética, donde lo
encontrado es antes que todo una totalidad cuya posibilidad de reconocimiento
de sus momentos interdependientes estará siempre abierta a ser mejorada,
redimensionada, e incluso refutada si fuere necesario.
Por este motivo se nos había hecho urgente, ya para la
lectura de la quinta meditación cartesiana, constatar por nosotros mismos las estructuras
allí propuestas de lo propio y lo extraño. Si bien las primeras meditaciones pudieron
ser leídas con cierta pasividad receptiva de nuestra parte, como si la
fenomenología fuese una “teoría cerrada” o como una fija estructura
prescriptiva de la conciencia, ya la quinta meditación impide nuestro avance de
esta manera. La tarea de la explicitación de las estructuras de la vivencia
exige siempre y ahora más que nunca un tipo de implicación del principiante
fenomenológico que permita el develamiento de las mismas por muy garantizados
que sean los avances ya conseguidos.
De manera que, si así sucedió con la quinta
meditación, con mayor razón sucederá en esta sexta meditación de Fink. Aquí nos
será imposible avanzar en su lectura si no hemos dado el salto que exige esta
implicación. Ahora bien, ¿cómo habremos de hacerlo? Debemos arrojarnos a pensar
directamente como si de estar alerta se tratase, observando con detenimiento
todo lo que se trae a donación desde el cogito
en nuestra propia vida de conciencia. Hemos de buscar el modo de penetrar en
los asuntos a partir de la vivencia misma actual y presente, porque en lo que consisten
nuestras reuniones de ahora en más es en discutir con Fink y Husserl acerca de
lo que nosotros mismos vamos encontrando.
Pero ¿cómo ha de ser posible la fenomenología en sí
misma aquí y ahora en nosotros, que estamos tan lejos de la tradición
continental? ¿No es acaso tarea para los grandes académicos que dirigen la
influencia del pensar contemporáneo? ¿Quiénes somos nosotros, sino tan sólo
lúdicos exploradores de la filosofía? Indudablemente preguntas como estas hemos
de dejarlas “entre paréntesis”. No hay “otro” lugar más pertinente para el
surgimiento de un pensamiento fenomenológico que la percatación misma del sitio
que se es en tanto soy y soy conciencia. Debemos dejar entre paréntesis el
hábito de pedirle prestado a Europa la constante acreditación de nuestros planteamientos.
Como Descartes, al menos “una vez en la vida” hemos de darnos el tiempo para
inquirir en un asunto, ese asunto, el radicalmente nuestro.
Lo que
necesitamos en primer lugar
Con este espíritu lo que necesitamos para avanzar es
preguntarnos, en medio de una auto-observación constante, por lo siguiente:
1) ¿Qué es lo que haya de ser visto?
2) ¿Qué es el ver que ve lo visto?
3) ¿Cómo me abro a tal ver?
Estas preguntas acompañan todo el progreso filosófico
de Husserl. La epojé y las diversas
reducciones van abriéndole paso al autor, mutatis
mutandi, a aquello que ha de ser visto en tanto donación eidética estática
y genética, fundando un ver lo visto que pervive a la vivencia natural.
Por lo tanto, si fuese necesario, vamos a recuperar el
primigenio sentido de la epojé, las
reducciones fenomenológicas, las variaciones imaginarias y su abstracción
ideante, etc., con tal de asegurarnos un primer nivel de nuestros avances.
Luego veremos que la VI meditación buscará despertar
en nosotros distinciones relativas a lo que sucede en la vivencia fenomenológica misma como suelo de juego, donde yo
como principiante tomo decisiones en torno al reconocimiento de las
estructuras. En este sentido, lo que habríamos entendido y quizás meramente
aceptado de las consideraciones metodológicas de Husserl, ahora se matizan de
acuerdo a lo que la propia fenomenología ha descrito como tema de la vida
intencional. Por ejemplo, si alguna vez hicimos distinciones entre diversos niveles
yoicos, hoy esa distinción empieza a observarse en el quehacer fenomenológico
mismo, convirtiendo en asunto fundamental la autoafectación del yo para la
posibilidad de la fenomenología misma. Por tanto, la relación íntima de
identidad e identificación que urde mi específico ser así, no sólo como
conciencia en general sino como esta personal conciencia, y que ustedes ya bien
conocen después de todos estos años, va a ir develando los propios límites de
la investigación fenomenológica, límites móviles por cierto, porque todo lo
descrito se halla abierto a la correlación y a la creciente evidencia de lo
encontrado.
Por consiguiente, los invito a un ejercicio muy
profundo y silencioso, de observación constante en el día a día, extremando las
posibilidades de lo que hasta ahora entienden por fenomenología, porque sólo en
esa puesta a prueba podremos constatar la verdad o falsedad de lo ya dicho, y
nos abriremos a lo que Heidegger apunta al comienzo de Ser y Tiempo cuando revisa el término phainesthai. La mostración tiene sin duda su luz y su
enmascaramiento, y para no padecer de tal falsificación de la vida hemos de saber situarnos frente al lenguaje sin
soltar la autenticidad de la mostración. En otras palabras, hacernos uno con el lenguaje pero no “desde” el
lenguaje, sino desde lo más allá del
lenguaje, que es por cierto más nuestro que las palabras.
VAZ
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