INGARDEN: OBSERVACIONES AL &3 DE MEDITACIONES CARTESIANAS DE EDMUND HUSSERL


 
OBSERVACIONES DEL PROFESOR ROMAN INGARDEN (1931)
 
 
Referentes al parágrafo tercero de Meditaciones Cartesianas de Edmund Husserl:

Me parece que lo más importante del §3 y, al mismo tiempo, la solución de la entera dificultad desarrollada en este parágrafo, reside en las palabras: “La tomamos como una presunción provisional” [Véase último párrafo del parágrafo]. En consecuencia, me parece que tiene que ser acentuada más fuertemente la provisionalidad con que se admite esa hipótesis, dando además las razones de su carácter provisional. Al concluir toda esta consideración, sería necesario, además, retornar a este punto y discutir otra vez la cuestión de la decisión provisional. De lo contrario, no me parece posible la superación del difícil punto de las suposiciones pre-concebidas. Estas suposiciones preconcebidas están aquí implícitas en los siguientes puntos: “…la meta universal de una fundamentación absoluta de la ciencia”; “tenemos esa idea… en esa forma hipotética…” En lo que concierne a esto último, se presentan en esta proposición dos supuestos preconcebidos, es decir, no controlables por el filósofo que medita: 1) la suposición de que poseemos esa idea, quedando aún sin aclarar si poseemos tal idea de modo esclarecido o sin esclarecer; 2) la suposición de la indubitabilidad del conocimiento de que nosotros poseemos esa idea.

Complementariamente habría que observar, respecto al §3: Si nos decidimos a llevar a cabo la primera “reducción” que atañe a los resultados de las ciencias, esta misma decisión tiene que estar motivada de algún modo, o sea, fundamentada. Y esta motivación o fundamentación reside en muchas suposiciones cuya legitimidad no es aquí efectivamente investigada. Ahí se presupone: 1) la idea y el valor de la fundamentación absoluta; 2) el hecho de que por lo menos aún no ha sido comprobado o, inclusive, de que no existe en el conocimiento ingenuo o en el científico, la presencia de la fundamentación absoluta. La primera suposición, que aquí es más importante, o bien es sostenida de un modo totalmente ingenuo, no crítico, y en este sentido es un dogma (que quizá no cumple las condiciones de la evidencia apodíctica más tarde desarrolladas), o bien no es realizada ingenuamente, pero entonces tiene que ser a su vez obtenida de un modo fenomenológico trascendental. Con otras palabras: se tiene que haber ejercitado ya prácticamente la reducción fenomenológica trascendental para poder comprender la posibilidad y la necesidad de esa reducción. En ambos casos tenemos el caso de la impotencia del método consciente, dirigido de modo crítico y científico, en comparación con las “ocurrencias” enteramente casuales, las intuiciones geniales. ¿Hay alguna salida? (Este el problema del comienzo).[1]

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