¿QUÉ ES FENOMENOLOGÍA?


INTRODUCCIÓN GENERAL
 ¿QUÉ ES FENOMENOLOGÍA?. 1






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¿QUÉ ES FENOMENOLOGÍA?

 M. Verónica Arís Zlatar

§1        La tarea de las primeras sesiones del grupo de estudio Clínica Las Condes 2010

Estimados alumnos,

En las presentes sesiones nos centraremos prioritariamente en situar de un modo provisorio el impulso filosofante que surge con el pensamiento de Edmund Husserl, y que ha orientado el pensar del siglo XX: la fenomenología. ¿Qué es fenomenología?
 
Sin lugar a dudas nos encontramos con una primera dificultad para la indagación de aquello que nuestra pregunta trae hacia nosotros: esto que llamamos fenomenología ha sido desde Husserl en adelante reinterpretado una y otra vez. Como veremos a continuación, dicha situación reapropiante del sentido que originariamente comporta o más bien que debiera comportar la fenomenología para dar espacio a un genuino pensar filosófico, es efectivamente resultado del ejercicio del filosofar que se desoculta a sí mismo en cada caso, como una propia emergencia o aparición del fundamento, al tiempo que la reflexión pregunta, en vistas a la cosa, por el cómo de su aparecer. En otras palabras, la mostración de la cosa a través de la reflexión que insiste en el cómo de su aparecer manifiesta a unísono la dimensión cualitativa del filosofar fenomenológico.
 
Al margen de esta primera y fundamental dificultad, tenemos por otra parte varios modos de acercamiento para la elucidación incipiente de “fenomenología”. Podemos en primer lugar, como Martin Heidegger y Michel Henry hacen, comenzar revisando el curso etimológico del término. Pero también podemos, en segundo lugar, ubicarnos en la tarea misma que se propone Husserl con la fenomenología. Para Husserl fenomenología vendría a ser, desde sus comienzos, la filosofía primera, y en este sentido, ciencia de esencias. Pero esta ciencia de esencias encuentra su origen correlativo en el modo de ser de la conciencia.
 
Tenemos de este modo los siguientes requisitos para situar provisoriamente a la fenomenología: primero, su recorrido etimológico, segundo, su sentido como ciencia de esencias, tercero, la demarcación del ámbito de la conciencia, y cuarto, el modo como todos estos se relacionan entre sí. Es decir, a la pregunta por “¿Qué es fenomenología?” le acompañan necesariamente las preguntas por ¿Qué es fenómeno? ¿Qué es Logos? ¿Qué es ciencia? ¿Qué es esencia? y ¿Qué es conciencia?, preguntas todas ellas que de un modo integrado sacan a la luz el sentido originario de percepción y de reflexión fenomenológica.
 
En lo que sigue vamos a repasar la lectura del primer pasaje del libro Encarnación (2000) de Michel Henry (1922-2002), cuya estructura marca los aspectos mencionados anteriormente. Junto a este repaso ampliaremos la discusión con algunas otras referencias tanto de Husserl, como de Heidegger, y Merleau-Ponty.

§2        Sentido etimológico del término ‘fenomenología’ en: “Objeto de la  fenomenología: la cuestión del aparecer” de Michel Henry

Michel Henry nos presenta en primer lugar la “fenomenología” como un vocablo compuesto por “fenómeno” (phainomenon) y “Logos”. Por tanto, comprender íntimamente el sentido de “fenomenología” obliga comprender la procedencia tanto de “fenómeno”, como de “Logos”, y con ello la unidad entre ambos. Michel Henry entonces reúne este par de términos con las formas de  “saber que concierne al fenómeno” y “ciencia que concierne al fenómeno”,   estipulando que “fenómeno” es el objeto de esta ciencia (fenomenología), y que “Logos” es el modo de tratamiento de esta ciencia, el método que permite alcanzar el conocimiento adecuado de este objeto que es el fenómeno.
 
De acuerdo a esto, Michel Henry se centra en ciertos aspectos marcados por Heidegger en Ser y Tiempo. Profundizando en el término fenómeno (phainesthai) encuentra una ambigüedad. Phainesthai significa mostrarse, pero repara a su vez en la extensión del término griego, el cual puede referirse tanto a lo que se muestra, como al  mostrarse, y asimismo a lo manifiesto. En la traducción de Jorge Eduardo Rivera a Ser  y Tiempo (1927)  tenemos: lo que se muestra, lo automostrante, lo patente. Con esto Michel Henry nos señala que debemos advertir el paso que hay de verbo a sustantivo para situarnos ante el verdadero verbo-objeto de la fenomenología, a saber, el acto de aparecer.
 
De esta manera se presenta aquí la diferencia crucial con las restantes ciencias objetivas. Estas últimas entienden por fenómeno el contenido específico de su estudio, aquello que aparece ante su modo de ver. Sin embargo, aquello que aparece en fenomenología es el aparecer mismo. Por consiguiente, es su objeto de estudio la esencia del contenido, esto es, lo que hace que cada uno de los contenidos particulares sea un fenómeno. En suma: fenomenología es el estudio del aparecer en el que se nos muestra el aparecer en cuanto tal.
 
Pero hay más. Este aparecer en cuanto tal tiene asimismo una dinámica desocultadora especial. Heidegger define en Ser y Tiempo fenomenología del siguiente modo: describe al fenómeno como lo que se muestra en sí mismo, esto es, en tanto que mostrarse en sí mismo[1], Logos como hacer patente aquello de lo que se habla en el decir[2], marcando así  el poder de la palabra como mostradora, desocultadora de aquello que por de pronto se mantiene oculto en la actualidad de los hablantes, y finalmente fenomenología como hacer ver desde sí mismo aquello que se muestra, y hacerlo ver tal como se muestra desde sí mismo[3].
 
De acuerdo con esto es fundamental remarcar lo siguiente. Si bien la extensión del campo de la fenomenología es muy vasto, el carácter propio de la descripción fenomenológica es en sí misma metodológica. Fenomenología es a este respecto algo así como un despertar  para el pensamiento filosófico en general en presencia de la nueva o extraña claridad de la actividad reflexionante. Es por este motivo que Heidegger no piensa la fenomenología como una corriente filosófica específica, en el sentido de que haya un solo tema a tratar con ella, sino que a través de ella podemos indagar también otras preguntas. Este es el caso de Ser y Tiempo, trabajo cuya tarea busca indagar la pregunta en torno al sentido del ser a través del ver fenomenológico. Dice en Ser y Tiempo:

Con la pregunta conductora por el sentido del ser, la investigación se encuentra ante la cuestión fundamental de toda filosofía. La forma de tratar esta pregunta es la fenomenológica. (…) La expresión “fenomenología” significa primariamente una concepción metodológica. No caracteriza el qué de los objetos de la investigación filosófica, sino el cómo de esta. [4]

De esta manera agrega más adelante Heidegger en la misma obra:

“Fenomenología” no designa el objeto de sus investigaciones ni caracteriza su contenido quiditativo. La palabra sólo da información acerca de la manera de mostrar y de tratar lo que en esta ciencia debe ser tratado. Ciencia “de” los fenómenos quiere decir: un modo tal de captar los objetos, que todo lo que se discuta acerca de ellos debe ser tratado en directa mostración y justificación. El mismo sentido tiene la expresión, en el fondo tautológica, de “fenomenología descriptiva”. […] El carácter de la descripción misma, el sentido específico de logos, sólo podrá fijarse a partir de la “cosa” que debe ser “descrita”, es decir, determinada científicamente en el modo de comparecencia propia de los fenómenos. La significación formal y vulgar de fenómeno autoriza a llamar formalmente fenomenología a toda mostración del ente tal como se muestra en sí mismo.[5]


§3        Fenomenología como pensar filosófico

En el tercer párrafo Michel Henry explica que en el fenómeno van juntos su contenido, por un lado, y el hecho de que aparezca, por otro, de tal modo que parecen no ser más que uno. No obstante: ni la mesa ni la taza tienen por sí mismas la capacidad de darse a sí mismas la condición de fenómeno.  De suerte que en el seno mismo del fenómeno se diferencia desde el principio su contenido, por una parte, y el hecho de que aparezca, por otra.
 
Así, algo que debemos notar desde un comienzo es que la fenomenología se origina a través de la pregunta por el fundamento de aquella unidad dada en la actitud natural. No hay una dicotomía entre sujeto y objeto como separación infranqueable, y que ha motivado casi toda la filosofía moderna. En fenomenología se nos presentan cosas, se nos presentan recuerdos, se nos presentan interpretaciones, casi de un modo difícil de distinguir entre contenido y acto de aparecer. El dolor, por ejemplo, es una unidad de sentido difícil de escindir en sus momentos estructurales. La pregunta por el cómo del aparecer del dolor parece indiferenciable de la vivencia misma.
 
Ahora, en este “hecho de que aparezca” la cosa nos encontramos (siguiendo el final del párrafo 2 de Michel Henry) con esencias, que desde el punto de vista eidético determinan el cómo del aparecer de este caso o cosa particular en el modo de hacer que aquello sea de la manera que es, pero en ambas instancias, tanto en la natural-particular como en la eidética misma hacemos uso de una intuición superior que es la que nos devela las cualidades ulteriores del aparecer, esto es, las cualidades del aparecer en cuanto tal. Husserl se refiere a la esencia en  Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía trascendental. Tomo I. (1912):

Ante todo designo “esencia” lo que se encuentra en el ser autárquico de un individuo constituyendo lo que él es.[6]

La esencia (eidos) es un objeto de nueva índole. Así como lo dado en la intuición individual o empírica es un objeto individual, lo dado en la intuición esencial es una esencia pura[7].

 Y agrega Husserl más adelante:

No se está aquí ante una analogía meramente superficial, sino ante una comunidad radical. También la intuición esencial es rigurosamente intuición, como el objeto eidético es rigurosamente objeto. La generalización de la pareja de conceptos correlativos “intuición” y “objeto” no es una ocurrencia caprichosa, sino forzosamente requerida por la naturaleza de las cosas. La intuición empírica, y especialmente la experiencia, es conciencia de un objeto individual, y en cuanto conciencia intuitiva “hace que se dé”; en cuanto percepción, hace que se dé originariamente, que la conciencia aprese el objeto “originariamente”, en su identidad “personal”. Enteramente igual es la intuición esencial conciencia de algo, de un “objeto” de un algo a que se dirige su mirada y que en ella “se da en sí mismo”; […]. [8]

En Problemas fundamentales de la fenomenología (1910-11), Edmund Husserl se va acercando a la descripción de la reducción fenomenológica y en este sentido a la mostración de la distinción entre el ver natural y el ver fenomenológico, en lo que denomina distinctio phaenomenologica. Dice:

Por ello, y por así decirlo, podemos cortar sin contrasentido el vínculo empírico entre vivencia y toda existencia cósica. Ejecutamos una cierta distinctio phaenomenologica. ¿Qué debe significar ésta, qué es tal corte? ¿No es cierto que las vivencias lo son de seres humanos que vivencian y, por tanto, que tienen relación con el cuerpo y un ordenamiento en la Naturaleza? ¿Puedo cambiar algo en eso? Pues es así, desde luego. Sin embargo, podemos considerar las vivencias en y para sí sin atenderlas en su relación empírica. Podemos desconectar cualquier posición natural (posición de existencia natural) en el sentido de que llevemos a cabo consideraciones científicas en las que simplemente no hagamos uso de ninguna posición de la Naturaleza, y que, por consiguiente,  conserven la validez, tanto si hay una Naturaleza, un mundo espiritual/corporal, como si no lo hay.[9]

Así, es a través de este tipo de distinciones, o puestas entre paréntesis donde Husserl comienza vislumbrar un nuevo ámbito para la filosofía mediante el ejercicio de la siempre perfectible epojé fenomenológica.

§4        Fenomenología, y los objetos en el cómo de su aparecer

Michel Henry se vuelve en el párrafo  4 a una referencia husserliana. Señala que Husserl ha sido quien ha introducido la cuestión del estudio de los objetos en el cómo en medio de sus indagaciones en torno a las síntesis temporales del flujo de las vivencias, por ejemplo, del escuchar una melodía. Efectivamente  Husserl en las Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo (1905) señala:

La “conciencia”, la “vivencia” se refiere a su objeto por medio de un aparecer, en el cual se ofrece justo el “objeto en el cómo”. Debemos patentemente reconocer una dualidad de sentido al hablar de “intencionalidad”, según tenemos a la vista la referencia del aparecer a lo que aparece, o bien la referencia de la conciencia por una parte, a “lo que aparece en el cómo de su aparecer”, por otra, a lo que aparece sin más.[10]

Esto quiere decir, lo que no es casual, que el cómo del aparecer se encuentra anclado en el cómo del tiempo, y es este despertar fenomenológico a la temporalidad lo que abre su campo descriptivo en vistas a las retenciones y sus modos de darse.
Por otra parte, en esta aparición de la vivencia como aquel cómo del aparecer, emerge, como hemos anticipado al comienzo, la consideración autorevelante de la actividad reflexiva fenomenológica. Cuando se me aparece junto con la cosa, el cómo de su donación, se despierta un nuevo modo de reflexión, que a su vez también se revela a sí mismo. Heidegger, siguiendo esta vez a Husserl, ejemplifica esta situación de la reflexión y descripción fenomenológica. Dice en La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo (1919):
Tengamos bien presentes estas conexiones. Ubiquémonos en la experiencia de una cosa (no en el lugar de una vivencia del mundo circundante, dado que ésta encierra una serie de conexiones todavía más compleja). Describamos una cosa como dada de una manera objetiva: tiene un color, es extensa, etc. Viviendo en esta descripción, la mirada de la “conciencia del yo” se dirige hacia la cosa (como la imagen de un reflector). El rayo de la conciencia puede dirigirse hacia el comportamiento descriptivo, de la misma manera que un rayo del reflector se busca a sí mismo tratando de dar con [el origen de] su primer rayo. Pero esta imagen, como cualquier otra, es engañosa, ya que esa búsqueda sólo se puede realizar con la ayuda de un segundo reflector; en realidad es el mismo yo [el que se refleja a sí mismo]. A diferencia del reflector, el mismo yo no se dirige hacia algo objetivo, sino hacia una vivencia, hacia algo que tiene la misma naturaleza de la reflexión. La reflexión misma forma parte de la esfera de las vivencias como una de sus “peculiaridades fundamentales”. El campo de vivencias conquistado a través de la reflexión, la corriente de vivencias, se hace descriptible. La ciencia de las vivencias es una ciencia descriptiva. […].

La mirada reflexiva convierte una vivencia que inicialmente no era observada, que se vivía simplemente de manera arreflexiva, en una vivencia “observada”.[11]

Con todo esto, Michel Henry despliega en el párrafo 6 el glosario de términos adecuados para uno y otro caso, tanto verbales y sustantivos: darse, mostrarse, advenir a la condición de fenómeno,  desvelarse, descubrirse, aparecer, manifestarse, revelarse, por un lado, y donación, mostración, fenomenización, desvelamiento, descubrimiento, aparición, manifestación, revelación, por otro.

§5        Síntesis provisoria de su definición y la motivación para la búsqueda del fundamento

Maurice Merleau Ponty define en su Fenomenología de la Percepción (1945), el sentido que tanto en Husserl como en Heidegger ha tomado la fenomenología. Dice:

¿Qué es la fenomenología? Puede parecer extraño que aún nos formulemos esta pregunta medio siglo después de los primeros trabajos de Husserl. Y sin embargo está lejos de haber encontrado satisfactoria respuesta. La fenomenología es el estudio de las esencias y, según ella, todos los problemas se resuelven en la definición de esencias: la esencia de la percepción, la esencia de la consciencia, por ejemplo.  Pero la fenomenología es asimismo una filosofía que re-sitúa las esencias dentro de la existencia y no cree que pueda comprenderse al hombre y al mundo más que a partir de su “facticidad”. Es una filosofía trascendental que deja en suspenso, para comprenderlas, las afirmaciones de la actitud natural, siendo además una filosofía para la cual el mundo siempre “está ahí”, ya antes de la reflexión, como una presencia inajenable, y cuyo esfuerzo total estriba en volver a encontrar este contacto ingenuo con el mundo para finalmente otorgarle un estatuto filosófico.[12]

Por último, y en concordancia con las inquietudes y críticas vertidas por Michel Henry en los párrafos 7 y siguientes del parágrafo citado, quiero dejar estas palabras de Husserl para que podamos observar la atmósfera que inspira sus indagaciones, y la oscuridad que remece persistentemente toda la historia de las ciencias objetivas y como no de la filosofía. Dice Husserl al comienzo del artículo La filosofía como autorreflexión de la humanidad:
 
La tarea que se propone el filósofo -su fin vital en cuanto filósofo- consiste en alcanzar una ciencia universal del mundo, un saber universal, definitivo, una totalidad de las verdades en sí sobre el mundo, sobre el mundo en sí. ¿Qué se puede esperar de este fin? ¿Puede ser alcanzado? ¿Puedo encontrar una verdad, una verdad definitiva? ¿Una verdad definitiva que yo pueda encerrar en un enunciado sobre un ser en sí, teniendo la seguridad indubitable de su carácter definitivo? Si dispusiera ya de semejantes verdades dotadas de "evidencia inmediata", podría por vía mediata derivar de ellas nuevas verdades. Pero, ¿dónde están? ¿Existe en alguna parte un ser en sí del que yo esté tan indubitablemente seguro por experiencia inmediata que yo mismo pueda luego, con auxilio de conceptos descriptivos, ajustados inmediatamente a la experiencia, al contenido de la experiencia, enunciar verdades en sí de carácter inmediato? ¿Qué vale, en conjunto y en detalle, la experiencia del orden mundano, de este orden del que tengo una certeza intuitiva de carácter inmediato en cuanto ser espacio-temporal? Es una certeza, pero una certeza puede modalizarse; lo cierto puede llegar a ser dudoso, disiparse en simulacro en el curso de la experiencia: ningún enunciado sobre la experiencia inmediata me da un ser de acuerdo a lo que es en sí, sino una cosa mentada según el modo de certeza que debe confirmarse en el flujo moviente de mi vida de experiencia. Pero la simple confirmación, constituida por la concordancia de la experiencia real, no basta para prevenir la posibilidad del simulacro.[13]

 VAZ






[1] Heidegger, Ser y Tiempo. Traducción Jorge Eduardo Rivera. Chile: Editorial Universitaria, 1998, p. 52. [Sein und Zeit, p28].
[2] Heidegger, Ser y Tiempo, p. 55. [Sein und Zeit, p32].
[3] Heidegger, Ser y Tiempo, p. 57. [Sein und Zeit, p34].
[4] Heidegger, Ser y Tiempo, p. 50 y 51. [Sein und Zeit, p. 27].
[5] Heidegger, Ser y Tiempo, pp. 57 y 58. [Sein und Zeit, p. 34 y 35].
[6] Husserl,  Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía trascendental. Tomo I. Traducción José Gaos. España: Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 20.
[7] Husserl,  Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía trascendental. Tomo I, p. 21.
[8]  Ibid.
[9] Husserl, Problemas fundamentales de la fenomenología. Traducción Cesar Moreno. España: Alianza Editorial, S.A., 1994, p. 78.
[10] Husserl,  Lecciones de fenomenología de la conciencia interna del tiempo. Traducción Agustín Serrano de Haro. España: Editorial Trotta, 2002, p. 49.
[11] Heidegger, La idea de la filosofía y el problema de la concepción del mundo. Traducción Jesús Adrián Escudero. España: Herder, 2007, pp. 120 y 121.
[12] Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción. Traducción  de Jem Cabanes. España: Editorial Península, 1997, p. 7.
[13] Husserl, Invitación a la fenomenología. Traducción Elsa Tabernic. España: Ediciones Paidós, 1992, p. 129.

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