QUINTO FRAGMENTO INTRODUCTORIO

Tenemos entonces tres líneas principales de debate filosófico en la época donde despierta filosóficamente Husserl, y de las cuales dos han sido notadas por Xirau: aquella que viene de la línea empírica de Hume y la dificultad que lleva consigo la cuestión de la inducción a través de ciencias de "hechos", la línea trascendental de Kant la cual es seguida y perfeccionada con distintos matices por las escuelas neo-kantianas, las cuales estudian las condiciones de posibilidad del conocimiento en general y sobre todo en sentido fuerte, es decir, el conocimiento extraído de la experiencia, y finalmente la línea escolástica, de la cual todavía no hacemos mención.
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Respecto de la línea del empirismo y su evolución hacia el positivismo, dejo aquí una referencia a un pasaje del libro "Verdad y sentido, en La crisis de Husserl", de Carla Cordua, donde va a tomar la importancia de la última obra de Husserl (1936) y la relacionará con la filosofía del lenguaje del primer Wittgenstein. Hago esta referencia como para que podamos acercarnos un poco a la sensibilidad de otras corrientes filosóficas, con el fin de entender la riqueza de la perspectiva fenomenológica en su indagación en torno al "cómo del aparecer", y en qué medida "percepción", "unidad de sentido", y "ciencia de esencias", se unen para abrir paso a la intuición fenomenológica.
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Dice Cordua (2004, p25-27):
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"En la historia de la filosofía, el positivismo cede el lugar a la filosofía del lenguaje; sin embargo, ninguna de las modalidades del llamado "vuelco lingüístico" de la filosofía se plantea seriamente la pregunta acerca de la verdad en la significación sustantiva del término. Husserl la había dado por descontada y se había concentrado, en cambio, primero en sus investigaciones lógicas acerca del sentido, luego, en los problemas relativos a la constitución del sentido, a la experiencia del sentido, a la plenitud del sentido, al sentido de la existencia humana, etc. De manera que en la fenomenología temprana [1901-1906] las reclamaciones de cientificidad para la filosofía encubren la sustitución del problema de la verdad por una dedicación al esclarecimiento del sentido. Esta tendencia de la primera fenomenología la acerca a las disciplinas hermenéuticas, en pleno desarrollo desde la segunda mitad del siglo XIX. El libro que Husserl escribe al final de su vida sobre La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, en el que investiga el mundo de la vida y al cual nos referimos detalladamente en los próximos capítulos, ofrece por primera vez en la historia del desarrollo del pensamiento de Husserl una distinción bastante clara y elaborada entre verdad y sentido. Comienza por una perspectiva de la historia de la filosofía moderna que contiene una crítica muy importante del ideal de la verdad objetiva y fija la diferencia entre la fenomenología y las ciencias especiales. La verdad filosófica supera la neutralización de todo sentido en favor de una objetividad que ignora sus propios orígenes en la conciencia. En efecto, la primera parte de este libro anuncia que "la historia de la filosofía moderna consiste en una batalla en pro del sentido del hombre".
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"En 1921 aparece el Tractatus de Wittgenstein, una encarnación, en cierto respecto, de lo que Husserl había denunciado diez años antes, como la superstición de la época. Tal superstición consiste, había dicho éste, en convertirlo todo en hechos. Wittgenstein, que define al mundo como la totalidad de los hechos, ubica fuera del mundo cuanto carece de una condición fáctica, como los intereses, ideales, valores, devociones, con la consecuencia de que solo podríamos "mentar" tales extramundanidades con palabras carentes de sentido. Así el primer Wittgenstein se compromete con la negación expresa de que haya otra verdad que la de las ciencias empíricas especiales. Sella su compromiso con la prohibición moral de usar el lenguaje para cuestiones extrafácticas, valóricas o absolutas. La imposibilidad lógica de hacer sentido usando el lenguaje para lo que no se deja verificar por comparación con los hechos respectivos nos obligaría a guardar silencio sobre las cosas que más nos importan, de acuerdo con declaraciones del filósofo. Aunque Wittgenstein abandona más tarde la metafísica del Tractatus, el haberla formulado lo pone definitivamente en la vía de los pensadores que, porque investigan el lenguaje y el mundo a través de él, esquivan el problema sustantivo de la verdad en favor de una investigación filosófica del sentido y sus funciones en el lenguaje del trato social ordinario. Desde muy temprano afirma Wittgenstein la autonomía del sentido, en la cual fundará su atrevida opinión de que todo está en juego y se decide en el lenguaje."
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VAZ

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