CUARTO FRAGMENTO INTRODUCTORIO

RESPECTO DEL CONTEXTO DE DEBATE FILOSÓFICO EN EL QUE EL PENSAMIENTO DE HUSSERL SE INSCRIBE. Continuación de cita a Xirau.
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"El optimismo hiperbólico con el que el Racionalismo llena el mundo de esperanzas infinitas para su conocimiento, lleva en su seno gérmemes de destrucción. (...).
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"En ningún momento de la historia ha sentido el hombre de una manera más extremada su "grandeza y su miseria" ni la íntima y profunda correlación entre una y otra. (...).
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"Tras largo análisis, David Hume, en pleno siglo XVIII, descubre el punto vulnerable de la arquitectura racionalista. La crítica de Hume resulta de la exigencia misma del método cartesiano llevado a sus últimas consecuencias. La destrucción de la ilusión racionalista surge de su propia fuente.
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"El imperativo de "evidencia" para todos y cada uno de los pasos de la Ciencia, la necesidad ineludible de no aceptar nada que no nos sea inmediatamente "dado" puede finalmente interpretarse como una apelación a la experiencia personal. Aceptada la necesidad de la "duda metódica", el escepticismo "hiperbólico" de Descartes nos lleva gradualmente, por una evolución natural del concepto de "experiencia", a la desubstancialización del Cosmos y a la destrucción de sus bases naturales.
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"En síntesis: la experiencia inmediata no nos ofrece otra evidencia que la que nos es dada en los "hechos" y los "hechos" no son otra cosa que percepciones, es decir, agregados de sensaciones. Lo único que queda, como residuo de la "duda metódica", es el hecho de la percepción sensorial. La experiencia, así concebida, está constituída por las "cualidades secundarias", consideradas desde Galileo como subjetivas. Suprimida la arquitectura ontológica que le servía de soporte, la realidad queda reducida a "contenido de conciencia" y el ser de las cosas agota su realidad en el hecho de ser percibidas. Por consiguiente el "ser es la percepción" (Berkley) y la existencia se agota en un mundo sin substancia que diluye su realidad en una conciencia sin dimensión de profundidad. "La percepción es una alucinación normal" (Taine). La realidad es una apariencia alucinatoria.
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"Las consecuencias de la crítica "positivista" -iniciada por Hume y llevada a sus últimas derivaciones en la segunda mitad del siglo XIX- son todavía más graves. Si las cosas son "contenidos de conciencia" ¿la conciencia misma, qué es? Si llevamos a cabo un análisis minucioso nos daremos cuenta de que la conciencia no se nos revela de una manera específica e irreductible. Como las cosas que se dan "en ella", su contextura inmediata es también un agregado de "hechos", es decir, un flujo inconexo de sensaciones asociadas en formas diversas. No es posible ya oponer a la cosa pensante, la cosa extensa, como lo hacía Descartes. Pensamiento y extensión quedan disueltos. Reducidas las cosas a sensaciones, las sensaciones a contenidos de conciencia y la conciencia a un agregado de sensaciones, el Universo queda literalmente pulverizado en una multiplicidad caleidoscópica de reverberaciones sensoriales. Es la "experiencia pura" de William James, el "sensacionismo" de Ernst Mach.
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"El "río de la conciencia" de que nos habla James, sometido a la prueba de la "experiencia pura" por un positivismo llevado a su rigor extremo, se reduce, a través de la crítica de Mach, a un plasma informe de sensaciones. El mundo en el cual vivimos y sobre el cual la Ciencia -la "Ciencia positiva" de August Comte- proyecta sus leyes e hipótesis, no es en realidad "un" mundo. No tiene en sí mismo ni fuera de sí fundamento ni principio ni fin ni orientación ni estructura. Suprimida la realidad del mundo y mi propia realidad, no queda otra cosa que un torrente cromático, sonoro y pluriforme movido sobre el abismo de la nada por una "energía", por definición ciega, problemática e incógnita.
(...)
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"¿Y la Filosofía? ¿Cuál será la tarea de la Filosofía en un mundo de esa índole? La Ciencia, la verdadera Ciencia -la Ciencia positiva- se limita a constatar con rigor los "hechos", es decir, las sensaciones y a formular las leyes de su curso, de sus apariciones y desapariciones. Fuera de ella nada puede aspirar a la categoría de un saber auténtico. No es posible que aspire al conocimiento de las "cosas en sí". La "cosa en sí es un cuchillo sin mango ni hoja". Las investigaciones de la Ciencia natural, en cada una de sus esferas, agota la esfera del conocimiento. La Filosofía renuncia a todo conocimiento sobre la realidad. Esta renuncia expresa se daba por supuesta en el momento en que Husserl formula sus ideas. El espíritu "positivista" llega a ser tan poderoso que quedan incluídas en él, como un ámbito natural, todas las doctrinas de la época. Tratar de evadirlo hubiera sido puro anacronismo previamente condenado. Todo se plantea desde el punto de vista positivo. Incluso los adversarios más decididos del positivismo en sentido estricto -por ejemplo, los idealistas neokantianos- aceptan la discusión a partir de sus supuestos.
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"Una tarea le quedaba, sin embargo, al conocimiento filosófico que no quería renunciar a la categoría científica. El mundo de las sensaciones es caótico. Sus apariciones y desapariciones son momentáneas, huideras, particulares y contingentes. La Ciencia positiva trata de reducir el Caos a Cosmos, mediante la reducción de los "hechos" a leyes que exigen la formulación de ecuaciones permanentes, estables, universales y necesarias... ¿Cómo es esto posible?
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"El problema de la posibilidad y del fundamento de la Ciencia permanece intacto. La Filosofía adopta frente a la Ciencia la misma posición que la Ciencia frente a las cosas del mundo. La Ciencia reduce los hechos a leyes. La Filosofía acepta la Ciencia como un hecho y trata de formular las leyes que se hallan en su base y la hacen posible. Las leyes que hacen posible la Ciencia son sus principios metódicos. La Filosofía se reduce, por tanto, a Metodología y Teoría del conocimiento. En otros términos: la ciencia supone una Lógica. La función de la filosofía se reduce a formular con rigor los principios lógicos que sirven de base al sistema de las Ciencias.
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"Sobre esta base común se destaca una escición esencial. Todo el mundo coincide en la imposibilidad de formular una Ontología científica. Pero al positivismo estricto que busca en las sensaciones mismas y en la consideración inmanente de sus conexiones el fundamento lógico de la verdad y de la Ciencia, se opone una Epistemología trascendental que, bajo la invocación de Kant, trata de formular las condiciones a priori de posibilidad.
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"Todas las formas de neo-kantismo y especialmente el de la escuela de Marburgo, predominante en Alemania en el momento en que Husserl formula su Teoría, coinciden en el reconocimiento de la insuficiencia de las sensaciones -particulares y contingentes- para la fundamentación de la Ciencia que, por definición, aspira a una validez universal y necesaria. La Ciencia necesita estructuras previas a las sensaciones, anteriores y posteriores a su curso evanescente. En la imposibilidad de hallarlas en una arquitectura constitutiva del Ser, es preciso buscarlas en la actividad constituyente y sintética de la conciencia. La Ciencia sólo es posible porque el material amorfo de las sensaciones es apto para ser elaborado por la actividad organizadora del intelecto. Las viejas categorías del Ser pasan a ser formas de la actividad sintética del juicio que construye objetos con el material de las sensaciones."
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VAZ

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